La familia como eje de la vida nacional
abril 12 2017 | Pensamiento humanista
La familia es uno de los pilares del buen entendimiento entre Estado y ciudadanos, ya que en ella se forjan los valores necesarios para un gobierno cooperativo.
Palabras del Secretario de Gobernación, Carlos María Abascal Carranza, durante el Congreso Nacional del DIF “La familia, el eje central de la vida nacional”, que se llevó a cabo en el Centro de Negocios de la Ciudad de México.
México D.F., 17 de octubre de 2005
Ante los recientes acontecimientos protagonizados por el Frente Nacional por la Familia (FNF), cabe destacar las palabras del Lic. Carlos Abascal en el marco del Congreso Nacional del DIF, cuyo eje era la familia como eje central de la vida nacional.
Don Carlos tenía la convicción de que el Estado debía establecer entre sus prioridades la preservación del bienestar de la familia, pues ésta es la base de la gobernabilidad.
“El punto de partida de todo el quehacer de la gobernación es la familia, el espacio vital, el espacio por excelencia del ser humano, pues es la familia la expresión primera de la individualidad única e irrepetible y de la naturaleza social de las personas. (…) Y es que la familia es la primera escuela de virtudes, de hábitos buenos: la justicia, la solidaridad, la fortaleza, la prudencia, la templanza, el uso responsable de la naturaleza y el compromiso del cumplimiento de la ley, se enseñan y se modelan en la familia, que es ante todo escuela de amor”.
Hay una relación de causa-efecto entre familia y gobernabilidad, ya que la sociedad es la familia de las familias, la cual se convierte en Estado cuando se organiza políticamente. Por eso es necesario coadyuvar esfuerzos para que no se pervierta y nuestros hijos encuentren en ella el sostén que los ayude a convertirse en ciudadanos responsables y conscientes.
“Si el motor de la familia es el amor único y unitivo, (…) entonces los hijos encuentran en ella el espacio privilegiado para introducirse en el camino de la vida, para desarrollar todos sus talentos intelectuales, culturales, sicológicos, físicos, para expandir su espíritu, su necesidad de trascender. En una palabra, para su desarrollo integral”.
Son muchos los desafíos que hoy enfrenta la familia. Por eso los gobiernos tienen que invertir cada vez más recursos económicos para remediar las consecuencias de los problemas que afectan la célula básica de la sociedad. Sin embargo, es necesario establecer sus límites de acción.
“El Estado no puede ni debe suplir a la familia en lo que ella sabe, puede y debe hacer. Tampoco pueden aspirar a crear nuevos modelos de familia, como no pueden aspirar a adueñarse del amor, porque entonces lo prostituyen”.
La democracia reconoce la pluralidad entre sus ciudadanos, por ello es ese espacio abierto para que todos ejerciten su libertad y se haga valer la dignidad de cada persona través del acceso equitativo a las oportunidades del desarrollo, tomando en cuenta la responsabilidad que esto conlleva.
El Estado, mas que eliminar disputas, debe encausarlas hacia el bien común, permitiendo la libre expresión de cada ciudadano. No obstante, no debe pasar por alto los valores sobre los que se construye la política, la cual está al servicio de la persona y, por lo tanto, de la familia.
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